Cada año, el último domingo de octubre, el pueblo de Patamban, en el municipio de Tangancícuaro, se transforma en un tapiz de color y fe durante la Fiesta de Cristo Rey en Patamban. Las calles se cubren con espectaculares alfombras de aserrín pintado, elaboradas por manos locales que rinden homenaje al Santísimo.
Al caer la tarde, el sacerdote recorre el camino en procesión, bendiciendo cada hogar mientras pisa los tapetes creados especialmente para recibirlo.

Un encuentro que une la fe y la creatividad
Desde días antes, familias enteras y artesanos del lugar preparan los materiales que darán forma a los coloridos diseños. Lo que comenzó como una muestra de fe se ha convertido en una verdadera expresión artística colectiva, que atrae a visitantes de distintas regiones. Durante la Fiesta de Cristo Rey en Patamban, el ambiente se llena de música, aromas a flores y una profunda sensación de comunidad.

Tradición que se renueva con el tiempo
Los relatos de los pobladores más antiguos cuentan que esta costumbre nació en 1946, impulsada por el sacerdote José I. Betancourt. Desde entonces, la elaboración de tapetes se mantiene viva como símbolo de agradecimiento y fe, transmitida de generación en generación. Hoy, los tapetes de la Fiesta de Cristo Rey en Patamban no solo adornan las calles, sino que representan la unión de un pueblo que conserva con orgullo su historia y sus creencias.

Colores, semillas y aserrín: el alma de la fiesta
Las manos de los patambenses transforman lo cotidiano en arte. Con semillas, pétalos y pigmentos naturales, crean figuras religiosas, paisajes y símbolos que reflejan su devoción. Algunos aún tiñen el aserrín con métodos tradicionales, mientras otros innovan con nuevos materiales, manteniendo viva una celebración que combina tradición, identidad y fe popular.


