Aunque a simple vista es un panteón sencillo, es uno de los más auténticos de la región. Las tumbas —montículos de tierra ubicados junto al templo de Santa María Natividad se iluminan mientras las campanas resuenan durante la celebración. Caminando entre ellas es común escuchar a los pobladores hablar en purépecha, su lengua originaria.

A diferencia de otros cementerios, aquí se utiliza el cirio (no velas comunes) para alumbrar las sepulturas. Arócutin, con unos 500 habitantes dedicados principalmente a la agricultura y la artesanía, fue reconocido por la UNESCO en 2008 por la pureza con la que preserva su tradición de Día de Muertos.
Durante el día puedes visitar el panteón y observar cómo las familias preparan las tumbas; sin embargo, es por la noche cuando comienza la verdadera magia. Si buscas un sitio tranquilo, sin tanto bullicio, este camposanto es ideal. Una de las grandes diferencias es que las tumbas no presentan mausoleos ni grandes ornamentos, sino tierra al natural, lo que refuerza la conexión con la Madre Tierra. Lo que destaca son los arcos florales de cempasúchil colocados sobre cada sepultura, siguiendo la tradición indígena.
Como punto a considerar, el templo de Santa María Natividad presenta condiciones bastante precarias; se pueden notar grietas en las paredes, lo que podría representar un riesgo futuro y merece atención.
Distancia: Aproximadamente a 7 km de Pátzcuaro, rumbo a Erongarícuaro.
Recomendación: No hay señalamientos y la zona es bastante oscura por la noche, por lo que conviene tomar precauciones.